Un rincón de la Sala I del Teatro “El Vitral”, la mayor cantidad de butacas de cuero entre las paredes del lugar.
Un escenario alto, de piso negro y algo polvoriento. Se puede divisar hasta el último asiento, siempre y cuando los reflectores que cuelgan lo permitan. Hay camarines espaciosos cuyos espejos presentan inscripciones y fotos, marcas de labial y miles de luces que los enmarcan. Cada uno se ocupó de dejar una señal, una huella de su paso.
Subir, pararse en el centro del escenario. Mirar hacia el frente y observar. Unos cuantos asientos, nada más que un par de butacas que pronto tendrán dueño aunque sea por un rato.
Vacaciones.-
Hace 11 años.
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