La línea es tan fina que muchas veces se cruza, se va y vuelve sin registro alguno.
La marquesina de Cabaret se alza en la estampa porteña como último y más notorio intento de resurrección. Representa lo que debería ser, lo que se quiere que sea. Cosas olvidadas que estos fenómenos de escandalosa difusión devuelven como la espuma de una ola que no tarda en retraerse.
Todo convive de manera esquizofrénica. Lo que se ve y lo que no. Cerca de los turistas que hacen fila debajo de la gran marquesina para abonar su entrada volantean OTROS artistas.
Sin tanta luz, lo que ellos emanan no se retrae, el glamour decadente es permanente. Ellos son la magia que se absorbe. No se trata de un momento. Es lo que no se ve, es la esencia de Corrientes.
Vacaciones.-
Hace 11 años.
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